En el lugar donde se alza actualmente el Castillo de Can Feu hubo, en los siglos IX-X, una villa -una explotación agrícola altomedieval relacionada con la familia de los Sobarber. En el siglo XII la villa se convierte en una casa fortificada centro de un territorio que iba disminuyendo debido a las donaciones piadosas que los Sobarber primero y los Togores después, hacían básicamente los monasterios.
En algún momento del siglo XVI hay un grave incendio que daña profundamente la edificación principal y que hace que sea también conocida como la Torre Cremada. En el último cuarto del siglo XVII Paz de Haga y Soler compró la propiedad, en este momento consolidada como explotación agrícola.
En el siglo XVIII, Can Feu es el centro logístico de las numerosas propiedades de los Feu, para los que la masía es un lugar de descanso y de entretenimiento. A finales del siglo XIX José Nicolás, último de los Olzina de Riu-sec descendiente de los Haga, construye la edificación que ha llegado hasta hoy.
Desde el año 2007 el Castillo de Can Feu se ha recuperado para la ciudad y actualmente es de titularidad municipal. El edificio será rehabilitado y se creará, alrededor, un futuro parque urbano de 63 hectáreas.